27 de agosto de 2012

Ese cambio que todos esperamos.


¿Sabes esos momentos en tu vida en los que necesitas un cambio? Luciérnaga era una muchachita que esperaba eso con ansias. Ella se sentía capaz de hacer muchas cosas, si aquel cambio la animaba. A veces parecía que venía, otras veces, ese cambio se iba muy lejos de ella.


Luciérnaga quería crear un jardín de fantasía, tenía las ideas y las ganas, pero no tenía ese cambio. También quería conocer un mundo nuevo, pero no tenía ese cambio. A veces, se sentaba en la terraza a mirar las estrellas, preguntándose cuándo llegaría ese cambio, y nadie respondía.

Puedes decirle a Luciérnaga; “el cambio debes buscarlo tú”, pero nadie cuenta con que, a veces, ese cambio no se deja encontrar… Es como ese chico listo al que nunca cogían en el juego del escondite. Luciérnaga odiaba jugar al escondite con ese chico, pero era su amigo, igual que el cambio, por eso lo respetaba y jugaban.

¿Qué hacemos mientras el cambio no se deja encontrar? La verdad, no lo sé. Podría deciros lo que hacía Luciérnaga, pero…  ¿de qué os serviría eso a vosotros? ¿Acaso vosotros sois Luciérnaga? Lo único que puedo deciros es, que un día de tantos en los que miraba las estrellas desde su terraza, se planteó la cuestión ¿qué implicaría ese cambio que sigo buscando? Para su sorpresa, no se sentía preparada para ese cambio, -No puedo creer que estuviese buscando ese cambio por el día, y por la noche me quedase aquí contemplando las estrellas.-. Así que Luciérnaga entró en su habitación, se tumbó en la cama y analizó sus necesidades y sus carencias, luego buscó en su mente aquellas cosas que ella quería que estuviesen en su cambio, le dio vueltas y más vueltas hasta que sus ojos se cerraron y empezó a soñar con todo lo que le gustaba.

Al día siguiente sabía lo que tenía que hacer, sabía que tenía que prepararse para acoger ese cambio de la mejor forma posible, necesitaba fortalecer su mente, ser más ella misma y, en definitiva, sentirse preparada. Al fin y al cabo, puede que el señorito Cambio estuviese escondido, esperando a que tú estés listo para su llegada.

¿Cómo? Vaya, lo siento… no puedo contarte más, no puedo contarte qué actividades o qué cosas realizaba, son cosas de Luciérnaga, y como tal, son de ella. Tú harás cosas de ti mismo, aunque todavía no sabes qué cosas hacer, las harás… Y si no me crees, ¿por qué has seguido leyendo?

1 comentario:

Sonia dijo...

Muy bonito el cuento! :)